martes, 2 de julio de 2013

los libros también son para el verano

A veces resulta difícil encontrar el momento necesario para la lectura demorada y sustanciosa. No soy enemiga de la compulsiva y voraz, pero también necesito de la otra. Que es en realidad la que va esparciendo en el organismo su vitamina con lentitud y aprovechamiento.
Llega el tiempo de leer de todas las maneras y en todas las posturas.
De impregnarse la piel sin protección solar.
Libros que me esperan, y los que aún no sé que me esperan.
Algunos me decepcionarán.
Pero ¿no es vivir acumular desilusiones cuando es una ilusa genéticamente predispuesta?
Acepto el error. Que en mí, viene del candor.
Creo en personas que no lucen más que máscaras huecas. ¡ERROR!
Creo en ideas que en su cogollo albergan las contrarias. ¡ERROR!
Creo en amores de dicción generosa y acción cobarde. ¡ERROR!
Creo en mí misma... a veces. ¡ERROR, ERROR, ERROR!
Por lo tanto, ¿cómo no sucumbir al canto sirénido de un nombre, de una crítica amable, de un lustre que a la corta es más de lo mismo o menos aún?
Poetas inflados, narradores del lugar común, prosas sin exigencia, imperio de la facilidad en nombre del puré digerible por todos los estómagos.
En esta sociedad envejecida que requiere papillas y pañal. Y mucha complacencia.
A leer, que son dos días. Que es un tiempo sin relojes. Que es un silencio de neuronas.
Y a escribir. Acaso.

2 comentarios:

  1. Todos somos un poco candorosos en ese sentido. Y es más la emoción de lo que espera que lo que luego uno halla. Pero a veces se acierta. No puedo estar más de acuerdo con el reproche final. Y sí, Pilar: escribe.

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  2. Sí, es verdad, a veces se acierta. Y en esas ocasiones hay que ser generoso y compartir el hallazgo.

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