sábado, 9 de noviembre de 2013

A veces... para qué

Escribir. Luchar contra el desánimo. Contra el silencio, pared inexpugnable.
Pero hay que abrir el árbol, esparcir su semilla de palabras. Alzar la voz herida y hacerla pájaro, hacerla melodía a ras de viento, bandera de quien eres a pesar de ti misma.
Aunque el vacío avance, aunque no caigan nunca los muros ni se ablande su mueca de granito.
Jamás rendir el fuerte. Este alcázar de tiempo y poesía.

4 comentarios:

  1. Vuelvo a intentarlo, Pilar, no sé si mi comentario anterior se ha publicado. Desconozco el azar de estas máquinas que sospechan de nuestra identidad.
    El texto reflexivo es muy sugerente, formulas una cuestión que se prolonga en el tiempo de cualquier poeta, el sentido final de la poesía. Yo creo, lo he dicho antes y lo reitero, que nos da el billete oportuno para un largo viaje hacia la luz, ese espacio que nos permite disfrutar de un tiempo habitable. Abrazos cordiales.

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  2. Tenemos la manía de querer buscarle sentido a todo, y quizás no hay sentido sino sentimiento, no hay fin último sino latidos y fragor de neuronas combinándose, contradiciéndose. En realidad, me sirva o no me sirva, me dé luz o me nuble es, como el amor, algo que está en mí de modo inevitable. Y a veces El Álamo no cae.

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  3. Amiga Pilar -desde ahora así te catalogo- no sé si me ha gustado más tu entrada o el comentario y la réplica que concedes a José Luis Morante desde cuyo facebook he tenido el privilegio de viajar hasta tu territorio virtual (donde, con tu permiso, me instalo)
    Un saludo muy cordial.

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  4. Muchas gracias, Paco. Seas bienvenido. Felices horas de sábado.

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