jueves, 19 de diciembre de 2013

Cancela que abre


Cancela insomne, Juan Ramón Torregrosa
Editorial Aguaclara, Alicante 2013

 Remontar hasta el flujo más tenue de la vida. Gorjeo de infancia en los oídos. Retroceder  río arriba, el río de la memoria que evocaba Pavese y en su nombre el autor. En esa navegación, biografías que acompañan, recuerdo contra olvido, verdad en sus mil formas. Ascenso que augura la próxima caída.
Envuelto todo en la niebla de irrealidad que es necesariamente la memoria.
Si no fuera.
Las palabras argamasa. Las palabras cola de pegar. Con  su punto de vértigo y siquiera.
Las palabras mármol de lápida, lo que fija el tiempo que se va sin parar un punto. Y la vida ese insecto, esa brizna de helecho milenario, ese latido de ámbar para siempre en el verso. Labrar la joya. Escritura. Aunque sea escritura del dolor; aunque el pasado no se corresponda exactamente con el refugio adonde se volvería sin dudarlo. Con el edén a salvo del golpe de la vida.
También los niños sufren, y desde ellos el adulto que algún día serán.
Respirar miedo.
Crecer sobre el miedo. Talarlo. Convertirse en el árbol.
Los columpios de los niños cuelgan de él. Campaneo de risas.
Y tus versos se aniñan para empujar su vuelo. Tus rodillas se llenan de magulladuras, de churretes tu cara. Flores de mercromina abren su brillo golpeado en la piel que tuviste.

“Al fin la niñez te alcanza”.