sábado, 25 de enero de 2014


Despertarte en medio de la noche,  enterrada en silencio.
No recordar quién eres. De qué te dueles.
No hay más sentido que el tacto. Tibieza amniótica. Casi no ser.
No hay más idea que este desprendimiento de la vida.
 
Dejar atrás. Flotar sin peso, sin lastres, sin oxígeno.
Paladear la noche más oscura del alma hasta que la conciencia perfora su cartón.
Hasta que el buitre clava en ti su amanecer voraz.
Lo que nos da la vida mata también. Las palabras que sanan inoculan veneno.
 

Y ya eres tú. Y el día es día. Y el dolor permanece.

2 comentarios:

  1. El poema me deja un hilo de angustia. Besos, Pilar.

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  2. "Hilo
    de araña
    del que pende pertinaz
    la esperanza".

    Así ando por la vida, como las arañuelas al albur del viento y el hilo como escoba brujil. Pero siempre termina por llegar esa luz tras las acometidas de la angustia. Qué le voy a hacer, es mi verdad. Otra cosa sería impostura.

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