jueves, 2 de enero de 2014

Todos los cuentos


 
El caso es que va uno de Peruggia  a Mondoñedo. Así, como si nada. Y le van saliendo tímidos ferreteros, sucursales de ciudad de provincias, ancianas que nunca dejan de esperar un tren, lolitas y mujeronas, casonas señoriales y dispensarios médicos, monjas, muchas monjas. Y también obispos, militares, guerrilleros, aldeanos recelosos, señoritos de buen beber. Antaños y presentes.  De lo más cercano y noroeste a lo más cosmopolita. Y  un lenguaje que combina ironía, gracejo, lirismo y libertad.
¿De dónde es Antonio Pereira? ¿Qué mundo es el suyo? ¿Admite límites aquello que ha nacido para la universalidad?

Todos los cuentos. No se puede capturar mejor al niño que brujulea aún bajo años y canas que con ese reclamo irrechazable, ese repiqueteo de sherezades y noches de nunca acabar. Todos, incalculables, cuentos de recitar junto a la hoguera, de leer en el sillón de orejas, de compartir en el casino provinciano detenido en el tiempo como un cuadro inglés de caballos y perros, de picotear en el metro, de sobrellevar las penas, de atemperar las alegrías pero, sobre todo ,cuentos de oírle a Antonio, que nunca se me olvide tu voz, Antonio, tu gracia socarrona y ese don de tan pocos para volvernos niños de nuevo, hombres y mujeres de tiempos temerosos, cuando el fuego y la voz se conjuraban para vencer el miedo a la oscuridad.
Sobre las nubes y Rimbaud en los labios, el viajero contempla carreteras y mujeres desnudas emergiendo del mar; se siente vagabundo de un mundo acristalado que permite multiplicar por cien la realidad, exactamente igual que el lector de cuentos. Que el vividor de cuentos que un día es Truman Capote y al otro Borges y por qué no Cela. ¿Y por qué no?

Porque en estos cuentos desfila todo aquel que un día se asomó a su brocal y allí quedó prendido.
No siempre el personaje nació personaje. A veces tuvo que atravesar antes su purgatorio de vida.

Y en esa vida primos y tíos, primas de lunares tentadores y verbo tentador y manos tentadoras. Tentación ancestral para ese narrador testigo que siempre está creciendo, y un poco al margen, y algo lector, y un poco apardalado, y un mucho por hacer.
Todos los cuentos. Leídos con afán en estos días. Leídos con el cariño de quien admiró tanto a su autor, de quien tanto le quiso.

Desgranados como caricia de palabras contra la soledad.
Los monstruos aguardan fuera. Acallan sus rugidos. La noche arde de volcanes y principios del mundo.

Una voz muy antigua calma mi corazón enardecido. Soy una y muchas, el humano de siempre.
Es hora de contar.

1 comentario:

  1. Antonio Pereira convirtió el cuento -como aquel grupo de autores leoneses que prestigió la literatura desde las páginas de ESPADAÑA- en una crónica viva de un espacio y un tiempo. Así que feliz lectura, Pilar, con paisanos así el 2014 no dejará apagarse la sonrisa.

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