“El
boxeo es un acto antinatural porque todo va al revés. En vez de huir del dolor
como haría una persona cuerda, das un paso hacia él.”,
dice el personaje de Clint Eastwood en “Million dolar baby”.
La poesía es un acto antinatural y contra la
cordura, pues en lugar de huir del dolor se bucea en él. Se rasca, se escarba,
se ahonda en lo que nos desconcierta o lacera, en el envés del mundo, su rostro
más oscuro, su nostalgia, sus pérdidas.
Con la cara cruzada por los golpes, con los labios
partidos, los ojos tumefactos.
Retorcida, doliente, amoratada escribo.
Para un público que mira hacia otro lado, que busca
puestas de sol y palabras que alaben la belleza del mundo. Cántico y no
lamento.
Y yo desde la espina, con la lengua arponeada grito/escribo. No me alcanza la voz para
cantar.
Mi sangre, mi sudor salpican a los indiferentes, a
los absortos en el paso dulce de la luz entre las ramas; en el otoño que
incendia los hayedos y reverbera sobre el mar. Ojalá pudiera convertirlo en poema.
Pero yo, triste, cuitada, ya no sé cuándo es de día.
En mí solo noches son.